Hermandad Sacramental de San Gil

Glorioso Señor San Roque

Glorioso Señor San Roque

Son Roque fue durante mucho tiempo una de las principales devociones de nuestra Hermandad. San Roque tan celebre por su santidad, y por su poderosa protección contra el azote de la peste. Nació en Montpellier, hacia 1284, de una familia distinguida, siendo su padre el gobernador de la ciudad. Habiendo perdido a los veinte años a su padre y a su madre, se halló dueño absoluto de un importante patrimonio; pero sus ansias estaban en una herencia más preciosa. Considerando aquella perfecta desnudez y desprendimiento que el Salvador pide a todos sus discípulos, y de la que todos los santos nos dejaron tan asombros ejemplos, tomó la resolución de imitarlos. Distribuyo en el mayor secreto entre los pobres todo lo que tenia, y disfrazado de peregrino, tomó el camino de Roma.

Habiendo escogido vivir en la pobreza viajaba mendigando. Al llegar a la Toscaza, observo el estrago que estaba haciendo en las ciudades la peste. Movido por el ardiente deseo de asistir a los apestados se ofreció al administrador del hospital, que pese a la juventud de Roque, le permitió cuidar a los enfermos. Luego que Roque anduvo con los apestados, ceso la peste en la ciudad: Supo que ahora hacia estragos en otras ciudades, y allí acudió: admiro su ardiente caridad en todos los pueblos por donde pasaba, y bastaba su sola presencia para disipar la peste. Repetíase la misma maravilla en todos los pueblos que visitaba. Todos querían tener en su casa al peregrino.

Pero Dios, para probar y purificar más su virtud, permitió que le alcanzase la enfermedad. Recibió este mal como favor de Dios, y no cesaba de mostrarle su agradecimiento. Los vecinos por miedo de la infección lo echaron fuera de la ciudad: Roque sostenido por un palo se fue arrastrando hasta encontrar una choza deshabilitada. El Señor se apiado de su siervo, e hizo brotar una fuente cerca de la cabaña, donde Roque lavaba su llaga, obteniendo gran alivio. A doscientos metros de la choza vivía una caballero llamado Gotardo, que estando un día en la mesa observo como uno de los perros tomó un pan de la boca y escapó. Tras seguir al animal comprobó que se dirigía a una choza, y allí le entregaba el pan al Santo. Gotardo quedo prendado de la humildad y santidad del peregrino, y decidió adoptar la misma vida que el apestado. Tras haber sanado, volvió Roque a Placenta, ciudad de donde había sido expulsado, y tras hacer la señal de la cruz, todos quedaron sanos.

Finalmente Roque decidió volver a Francia, y al llegar a su ciudad, fue hecho preso, al ser confundido con su espía. Por no querer descubrir su personalidad, pasó cinco años en prisión, donde murió a los 34 años de edad. Cuando falleció, el carcelero encontró al Santo con una tablilla al lado con estas palabras: Los que tocados de la peste invocaren a mi siervo Roque, se librarán por su intersección de esta cruel enfermedad.

Pocos santos comenzaron a tener culto tan rápido como nuestro Roque. Desde el mismo día de su entierro comenzó la devoción a su sepultura. Dios comenzó a manifestar la gloria de su Siervo con multitud de milagros, particularmente con aquellos que en tiempo de peste imploraban su protección. Por esta experiencia muchas ciudades, hospitales y hermandades, lo escogieron por uno de sus patronos, votando guardar como festivo el día de su muerte, el 16 de Agosto.

 

San Roque y nuestra Hermandad

En la ciudad de Écija, fue la recién fundada Hermandad de la Coronación de Espinas y San Marcos, establecida en el templo parroquial de San Gil, la que decide en 1583, consagrarse a la devoción de San Roque “mientras el mundo durare” según reza el acuerdo original. Para ello decide ampliar sus Reglas con dos nuevos capítulos en los que se instituye la celebración de la festividad del Santo, el 16 de Agosto de cada año con Misa y precesión, así como la obligación de vestir a doce pobres en esta fecha.

Así desde los mismos comienzos de la hermandad, ésta se estableció como uno de los más firmes baluartes de la población contra la enfermedad acudiendo con fervor ante San Roque, y ante el Santísimo Cristo de San Gil, que con el tiempo adquirió el titulo de Cristo de la Salud.

Durante los siglos XVI y XVII, la devoción a San Roque sólo se veía eclipsada por la que nuestros antecesores profesaban al Stmo. Cristo. Así en la primera Capilla que cobijaba a nuestros Titulares, en sus tres retablos figuraban las imágenes del Stmo. Cristo de la Salud, de Ntra. Sra. De los Dolores y San Roque, quedando las imágenes de los primitivos titulares San Marcos y de la Coronación guardadas en su almacén. Tras la construcción de la actual Capilla, se le hizo el retablo, donde aún hoy en día recibe culto.

La ciudad reclamo en muchos momentos de peligro ante las grandes epidemias que la asolaban la intersección de San Roque, así sabemos que debido a la epidemia de cólera morbo que azotaba Andalucía en 1885, el Arcipreste Aparicio, a la sazón párroco de San Gil, organizo una gran procesión de rogativa en la Iglesia de Santa Cruz, donde se llevo la imagen de San Roque.